miércoles, 26 de enero de 2011

CONTEMPLACIÓN

El azul claro del cielo
me inició en perseguir rayos de vida,
en dejar hundir en él la mirada
como sobre una clara frondosidad.

Después la nube blanca
me mostró el dulce lenguaje
de la suavidad y las formas.
Me explicó por qué
la perfección de un instante
no se mantiene para siempre,
pero que la belleza en movimiento
se puede experimentar con libertad.

Más tarde descubrí la puesta de sol.
Su fuego me habló de sentimiento.
Sentí la intensidad de su punzada
rozándome por dentro.

Pregunté a la noche:
contrastes, claroscuros, contraluz,
¿por qué idolatran tanto hasta cegar
la palidez aterciopelada de la luna?
¿O es ella que, blanquecina,
hace brillar los espacios
más ciegos del sentido?
¿Con qué ritmo pestañea
esa estrella de diamante,
el de la caricia de ojos negros
en su iris plateado?

Me contó que en el azul oscuro
se concentra la nostalgia de multiplicar
todas las horas de todos los días.
Que al evocar un pensamiento
el tiempo no se detiene
a razonar limitaciones.

Entendí que la poesía era razón y amor
y pensé en inventar nuevas preguntas.


Transmutaciones , 1995

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