miércoles, 26 de enero de 2011

CONTEMPLACIÓN

El azul claro del cielo
me inició en perseguir rayos de vida,
en dejar hundir en él la mirada
como sobre una clara frondosidad.

Después la nube blanca
me mostró el dulce lenguaje
de la suavidad y las formas.
Me explicó por qué
la perfección de un instante
no se mantiene para siempre,
pero que la belleza en movimiento
se puede experimentar con libertad.

Más tarde descubrí la puesta de sol.
Su fuego me habló de sentimiento.
Sentí la intensidad de su punzada
rozándome por dentro.

Pregunté a la noche:
contrastes, claroscuros, contraluz,
¿por qué idolatran tanto hasta cegar
la palidez aterciopelada de la luna?
¿O es ella que, blanquecina,
hace brillar los espacios
más ciegos del sentido?
¿Con qué ritmo pestañea
esa estrella de diamante,
el de la caricia de ojos negros
en su iris plateado?

Me contó que en el azul oscuro
se concentra la nostalgia de multiplicar
todas las horas de todos los días.
Que al evocar un pensamiento
el tiempo no se detiene
a razonar limitaciones.

Entendí que la poesía era razón y amor
y pensé en inventar nuevas preguntas.


Transmutaciones , 1995

viernes, 14 de enero de 2011

QUIEN BAILA SE CONSUMA

Un diálogo metafísico entre el bailarín y el director de escena

EL BAILARÍN

ES demasiado ligero. No sé, difícil es optar
qué está más escondido, si el puñal o la rosa.
Algo embriaga el aire. ¿Plata sólo? O aromas
de los pétalos que machacados por unos pies desnudos
llegan a mis sentidos, los descubren e incitan.
Rompen más poderosamente los enigmas
y al fin se ven los montes, como cuerpos tumbados,
allí en el horizonte, mientras sigue el misterio.

EL DIRECTOR DE ESCENA

Si quieres decir que la bambalina oscila,
no cuidas las palabras. Tu pie en el aire imita
la irrupción de la aurora, pero cuán pobremente.
¿La orquesta? Mientras ensaya la madera a dormirse,
el son a su mudez y el farol a crujir cada vez más rosado,
yo duermo o leo, y me despierto y callo.
La ciencia es un dominio donde el hombre se pierde.
Un bosque que levanto con mis órdenes puede
a los espectadores darles verdor, no vida.
Por eso me sonrío cuando el telón se alza
y el bailarín ondea como un árbol y aduzco
su pie, su pie en sigilo como una duda intensa.

EL BAILARÍN

Yo soy quien soy, pero quien soy es sólo
una proposición concreta en sus colores.
Nunca un concepto. Bailo, vacilo, a veces puedo
afirmarme hecho un arco, con mi cuerpo, y los aires
bajo él cruzan como deseos. No los siento. La piedra
del puente nunca siente
a las aguas veloces, como a las quietas: sueño,
y el soñar no hace ruido.
Mi cuerpo es la ballesta en que la piedra yérguese;
y el arco, y soy la flecha: un pensamiento huyendo.

EL DIRECTOR DE ESCENA

Solo estoy y no confío en lo que hice, ni hago
mención de lo que puse o propuse: una idea.
La escena es una idea, y el pensamiento abrasa.
Con colores o turnos de ira o fe erguí tu nombre.
En lienzo el bermellón, el amarillo híspido, la rosa, el pie desnudo
y todo el cuerpo erguido del bailarín creciente,
pura mentira o veste, mas la verdad ahí arde.
Bajo la malla un grito corporal es el ritmo
y con mi mano tomo la forma y ahí se quema
para todos. Y todos, consumados, aplauden.

EL BAILARÍN

Suena la música y ondea como un mar salobre
donde mi cuerpo indaga temeroso y brillante.
Soy la espuma primera que entre las ondas álzase
y en la cresta aquí irísase, revelándoos un mundo.
Su nombre, o son sus hechos, en los labios ardidos.
Mientras cantan las cuerdas y los óboes se quejan
como oscuros principios frustados, y hay la flauta
como una lengua fina por una piel huyendo.

EL DIRECTOR DE ESCENA

No es el son, son mis manos. ¡Basta! Todo el mundo ahí erguido.
Concebir nunca es fácil. Coro o tristeza inmunda
que cual rosas marchitas desfila sordamente.
¿Aún bailan o aún engañan? Una onda a aromas pútridos
que divaga y oscila mientras callan las liras.
Rostros para esa ardiente juventud que es un hombre.
La perdición completa yo la vi y la presento.
Los negros gemebundos, los amarillos glaucos, los finales más grises,
como cuerpos dormidos.
Un montón de lujuria, pero extinto, en la sombra.
O es un vals lastimero que en polvo lento absuélvese.

EL BAILARÍN

Es el fin. Yo he dormido mientras bailaba, o sueño.
Soy leve como un ángel que unos labios pronuncian.
Con la rosa en la mano adelanto mi vida
y lo que ofrezco es oro o es un puñal, o un muerto.


 Vicente Aleixandre, del poemario Diálogos del conocimiento
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Desde Poétika del consumo y la no-violencia dedico este poema a todos los diversos espacios de baile (Sylvia Trinxet)

lunes, 3 de enero de 2011

Presentación del PHILÍA, Editorial Parnass, en La PAPA, 17/12/09




















Presentación del PHILÍA, Editorial Parnass, en Casa Amatller, 22 Eenero 2010





A la venta el PHILÍA en La PAPA

Fin de año 10/11 con amigos en La PAPA

ROSAS DE ABRIL

He visto llorar a las rosas rojas
lágrimas de rocío
una mañana clara de abril,
acariciar el terciopelo granate
de sus pétalos,
sangrando las espinas
gotas de agua transparentes.

Desde su centro hacia afuera
me regalan con su aroma la primavera,
llenando el aire de tonos arco iris
la belleza despierta al respirar
el trasfondo de sus colores vivos,
su rica sustancia como ofrenda,
llegada de más allá de la tierra.

Me ofrecen con su tacto y con su piel
toda la esencia de su naturaleza efímera
que creció con la brisa y con la luz,
como se sembró el azar al encontrarnos
iluminándose de nuevas alegrías.

Pero su mensaje es ya tu voz lejana
yéndose cada día un poco más.
Con ellas se marchitan también nuestros deseos
con forma de rosas rojas de abril,
teñidos de quimeras rojas intensas
como la melancolía intangible
del paso del tiempo.



Sylvia Trinxet
Idilio de creación , 1991