sábado, 30 de octubre de 2010

PAISAJE MARINO

Yo soy como la roca
del paisaje marino:
amarrada a la tierra, inmóvil.

Soy negación de movimiento:
quieta permanencia en un quieto punto.
El horizonte marca en mi frente
viejas arrugas de temores y dudas.

Un ave pasa
para enseñarme el arte del riesgo
y con su vuelo me habla
de la fugacidad de lo finito.
Me relata que en la osadía del giro
se mantiene la armonía del viaje.

Se aleja cruzando el horizonte
y desde su danza alegre
me hace señas muy despacio.
Me invita a pensar
que existe una recta divisoria de azules,
la línea que difumina las respuestas
y crea reconciliaciones.

Y en su vuelo distante
de abajo hacia arriba
cae y se levanta con el viento.

Pero la roca teme desprenderse.
Quieta y en silencio,
sólo puede esperar
la visita diaria de otras aves
o escuchar el ritmo diferente
de nuevos oleajes
moldeando su dureza.

Yo soy como la roca
que duda y tiene miedo
cuando tú te acercas.

Y mi duda es una pared
entre tu mano y la mía.


 
Sylvia Trinxet, Transmutaciones, 1995

Editorial Bronce, edit Viena (Columna) Barcelona

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